jueves, 22 de octubre de 2015

Fuente Ajalpan Ovejuna señor

Es un hecho que la agresividad es una característica aún latente en la naturaleza humana, por mas "civilizada" que se encuentre guardamos todavía en nuestros genes mas primitivos ese llamado salvaje a dañar, por instinto a la supervivencia pero mas aún, por un escondido placer a la sangre y al sufrimiento sádico hacia otro ser viviente, muchos casos han ocurrido en la historia en los que, documentados a medias o no, los actos de "justicia" tácita y expedita a uno o más individuos de una comunidad que han quebrantado las normas que una sociedad han establecido manchan, mas que reivindicar, los anales de la misma.

Recientemente en este bicicletero país vuelve a surgir la "llama vengadora" fruto de varios factores, el hartazgo social a la falta de efectividad en las instituciones impartidoras de justicia, a la inseguridad (palabra que estoy seguro aprenden los niños de hoy mas tempranamente que cuando yo era infante), pero principalmente a la desmedida ventaja que ofrece el anonimato de las masas. Es relativamente fácil encaminar un poder tan aplastante como una turba, tristemente hacia actos de barbarie sin sentido y donde sale a relucir el lujo de la violencia y el sadismo, una válvula de escape donde el de a pie puede sacar sin empacho sus mas bajos instintos, reprimidos por los cánones sociales que lo obligan a portarse bien, o en otros casos, por el temor a un castigo divino con el que son amaestrados por el párroco en turno.

Los hechos ocurridos hace unos días en una comunidad hasta entonces desconocida para la gran mayoría de los connacionales, en el estado de Puebla escandalizan a mas de uno por el linchamiento injustificado y trágico de dos personas que, hasta donde van las investigaciones, eran dos encuestadores que trabajaban para una empresa de estudios mercado de la Ciudad de México. Confundidos con secuestradores la población se prestó a extraerlos del Ministerio Publico donde habían sido trasladados después de detenerlos por sospechas, lugar donde determinaron que no había delito que perseguir pues se habían identificado como empleados de dicha empresa chilanga. Pero a la gente ya embrutecida por alguna mecha lanzada por uno que otro anónimo no le pareció justo que fueran a dejar sueltos a tan peligrosísimos encuestadores y decidió hacerse justicia.

La manera en que José Abraham y Rey David Copado Molina fueron torturados, golpeados y quemados vivos (solo eso mencionaré) demostró una vez mas no sólo el hartazgo de una sociedad cansada de crímenes, sino algo aún mas aterrador: Seguimos siendo una manada de animales salvajes que pueden ser conducidos a la barbarie ante un simple empujón. El ser humano es estúpido en masa, mientras mas hay mas estúpida, y es un arma letal y perfecta a la vez pues, como dije antes, bajo la sombra del anonimato que la masa otorga puede darse rienda suelta a los instintos asesinos.

Tan crueles sucesos tristemente no son extraños en nuestra historia universal, ni mucho menos contemporánea.

En primer caso que vino a mi mente es la que fuera inspiración a Lope de Vega para su obra Fuenteovejuna (1613), el linchamiento de un comendador a manos del pueblo con dicho nombre (esto en España, no se pierdan buscándolo en google cerca de Fuentes de Satélite o algo así).

Cronológicamente hablando, y sólo como mera ilustración (pues me salto muchísimos acontecimientos similares) otro ejemplo de este tipo de actos, ya mas cercanos a nuestros tiempos fue el sonadísimo caso de Canoa, también en el estado de Puebla, donde, en 1968 fueron linchados 5 trabajadores (no estudiantes) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla al ser confundidos por (válgame el señor de los anillos) comunistas. 
Azuzados por el párroco del pueblito los pobladores se echaron ahi mismo a tres de los trabajadores, dejando a dos más gravemente lesionados.

El siguiente caso ya entra en los dosmiles, en una comunidad en la delegación Tlahuac, Ciudad de México lincha a dos elementos de la Polícia Federal Preventiva y dejan muy mal a un tercero, al confundirlos, nuevamente con secuestradores, esto en el 2004.

Existen cientos, CIENTOS de casos de linchamientos e intentos de linchamiento en distintos lugares del país, podemos resumirlo a uno cada 60 días, mas o menos, lo que me hace sentir que vivimos en un polvorín de pendejos.

Historias como estas me hacen erizar particularmente la piel pues en mi caso algún tiempo trabajé como investigador socioeconómico para una empresa de la ciudad de Puebla, que requería a alguien que pudiera cubrir la zona de Ciudad de México, Área metropolitana, Toluca, Hidalgo, Querétaro y Morelos, esos eran mis dominios para chambear. 

Comenzaba mi día haciendo un itinerario de a que personas debía ir a entrevistar y trazaba según sus residencias una ruta para abarcar lo mas posible en un día, de tal modo que, saliendo a las 5 de la mañana del lugar donde vivía en ese tiempo ("Cloacalco" de Berriozabal) a las 7 a.m. podía estar en Chalco, Ixtapaluca, Rio Frío, por ejemplo, a las 2 p.m. en Coyoacan, Tepito o Santa Maria la Rivera y a las 5 p.m. en San Martín de las Pirámides, si, me aventaba cientos de kilómetros en un día haciendo la visita de las siete casas.

Mi labor era simple, recolectar la información de los postulantes a un determinado puesto en las distintas empresas que contrataban nuestros servicios para corroborar que los datos que proporcionaban a sus futuros empleadores era verídica. revisaba documentos, me contaban su vida, familiar y laboral, tomaba fotos del postulante y su residencia y al regresar a casa transfería toda esa información y mis conclusiones generales por internet a las oficinas de mi trabajo.

Si viviéramos en un mundo utópico donde eso no tuviera ni un gajo de riesgo tal vez ni siquiera habría necesidad de investigar a los empleados, pero vivimos en México, ni modo. 

El riesgo latente para mi era... ¡Vamos! ¡Tenía que ir a Chalco! A Iztapalapa, Neza, Ixtapaluca y a donde vivieran dichos empleados "potenciales". Siempre en mi mente pasaba la idea de la posibilidad de ser confundido de buenas a primeras con un secuestrador violador comunista transexual... o algo así.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Marty traeme un Fax!

Es de todos conocido que el día de hoy se conmemora la fecha (ficticia claro) de la llegada al "futuro" de ese conocido personaje de la película Back to the Future (segunda parte) que algunos todavía vimos en las salas de cine (Multicinemas Ramirez probablemente) aquel turbulento año de 1989, donde nos mostraban un futuro sorprendente con imágenes 3D, drones, lectores de huellas digitales, noticias al instante, pantallas interactivas, lentes inteligentes y los Cachorros ganando la serie mundial... Cosas en las que casi casi le atinaron. Además de las cosas que si bien ya existen, no están al alcance de los mortales comunes, como autos voladores, patinetas que flotan y demás linduras.

Cuando en mi infancia y adolescencia miraba esas escenas futuristas veía tan lejanas y geniales dichos avances tecnológicos añoraba llegar a el gran año de 2015. Hoy que por fin llegó tan emblemática fecha vivimos acostumbrados a tantas cosas que hace 30 años no podíamos disfrutar: información instantánea, descargar música, películas, series, tutoriales, ordenar comida o cualquier producto y pagar con nuestra tarjeta con unos cuantos clics, desde nuestra computadora, tablet, o teléfono.

Y precisamente el día de hoy decidí adquirir un par de cosas en línea, en una página que tiene décadas posicionada como líder en este tipo de servicios: Amazon. Seleccione lo que iba a comprar, una Smart TV y un soporte para montarla en un muro, hasta ahí todo bien, con los avances tecnológicos y todo el rollo mi pedido fue confirmado instantáneamente, pero mi pesadilla comenzó al recibir un correo en el que me avisaban que mi cuenta y pedido habían sido temporalmente bloqueados por motivos de seguridad pues mis datos de facturación y la tarjeta no coincidían y para poder resolver el problema me solicitan enviar un documento del banco para comprobar la autenticidad de mi solicitud.

Cual va siendo mi sorpresa cuando el medio en el que me pedían mandarles dicho documento no era una llamada, un correo electrónico o algún tipo de clave... Me pedían, agárrense: UN FAX

Me comunique al servicio a cliente donde un cuate con acento colombiano me confirmo eso si, con mucha educación, que efectivamente la única manera de comprobar mi identidad y resolver el problema era, mandando un Fax al número que me proporcionaron en el correo electrónico.

Mientras deambulaba por las calles en busca de algún establecimiento que se hubiera quedado con la tecnología de 1993 pensaba en Marty, que pensaría él al enterarse de que si bien no tenemos algunos gadgets que presentan su "futuro" artículos como un Fax no solo son algo en desuso generalmente, sino que encontrar un lugar donde aún ofrezcan el servicio es casi tan complicado como encontrar a alguien que aun use un walkman (a excepción de algún hipster).

Recorrí 5 establecimientos de fotocopiado, papelerías y cybercafés, en los cuales ya hasta con pena preguntaba si de pura casualidad tenían tan arcaico aparato, la respuesta en todos fue siempre la misma: el rostro del encargado con una sonrisa de incredulidad y burla... "No, pero tengo escaner" "¿Porque no lo mandas por mail?"....

Casi a punto de rendirme, como aparición de la virgen en una esquina de la Narvarte un letrero desgastado por el tiempo: "FAX".

Casi me arrodillo ante tan añorada visión, con premura entré en el establecimiento, que dicho sea de paso era UNA FARMACIA, rogando que no me fueran a responder "Ah no, ese letrero lo mantenemos ahí por nostalgia, ya no tenemos fax desde hace 15 años". Pregunté al tendero si tenía en servicio el fax, a lo que me respondió que si, con manos temblorosas le di la hoja y el teléfono al que tenía que enviar el bendito mensaje, después de un par de minutos el señor regreso con mi hoja informándome que ya había quedado listo, no pude evitar una sonrisa de alivio y gustoso pague los 10 pesotes que costaba el servicio y me retire, esperando no haber caído en alguna clase de anomalía en el espacio tiempo y salir a la calle en algún momento de 1985, porque de otro modo no me explicaba como carajos pude encontrar un fax.

Mas o menos a esta hora 4:30 p.m. llegó McFly ¿Será muy tarde para pedirle que me traiga ese aparato?