miércoles, 29 de junio de 2016

La pérdida de la inocencia y la pornografía para infantes.






Estado del alma libre de culpa / Exención de la culpa en un delito o en una mala acción. 

Así define la RAE a la inocencia. Un puñado de autodenomidados "padres de familia" llevan años pugnando por una re-definición del término que podría ir más o menos como: completa ignorancia, desinterés y repulsión por cualquier tema sexual.

Silvia Jeanette López Sainz, declara en una petición abierta a firma colectiva (puedes verla aquí) que los nuevos Manuales de Educación Integral para la Sexualidad Preescolar, Primaria y Secundaria "atenta(n) contra la inocencia de los niños, que ya viven en una sociedad corrupta y corrompida" y que ella desea "seguir viendo la inocencia de (su) hija en sus ojos"

Sin ánimo de juzgarla a priori por su incapacidad de redactar correctamente, me escandaliza que  esta mujer considere que un contenido educativo desarrollado por personas mucho más capacitadas que ella en el tema del desarrollo psicosexual pueda venir a llenar de culpas demoniacas el alma de su retoño. Junto con ella, al momento han firmado 98.964 personas. Todas ellas, me imagino que desde las mejores intenciones, confundiendo conceptos típicos del miedo con argumentos y dejando patente su profunda ignorancia. 

Voy a iniciar con uno de los  más socorridos, pues es susceptible de confundirse con un legítimo reclamo de derechos, cito textual: "siento que nos están robando a los padres el derecho de elegir en que momento hablar con nuestros hijos de su sexualidad". A este respecto debería bastar con recordar que los seres humanos somos seres sexuados desde nuestra misma concepción. Que la curiosidad con respecto a los genitales aparece desde el momento en que el niño tiene acceso motriz hacia los propios (cosa que a menudo ocurre desde el vientre) y que, por mucho que los padres de familia se consideren mágicamente capacitados en todas las áreas de la pedagogía, la sexualidad no aparece en un momento determinado que ellos puedan detectar. Todo se resume a defender un cómodo estátus quo en el que los niños son ajenos al sexo, en su cabeza, claro está.

Ahora viene el problema de los detalles innecesarios: ""Es que se aman tanto, el papá puso una semillita de la que va a nacer un hermosos bebé!"; y eso era más que suficiente para entender el misterio de la vida a esa edad. Le repito, no se necesita saber detalles." Me parece muy respetable el fetiche de algunos de confundir la sexualidad humana con la agricultura, pero la triste realidad es que eso a lo que llaman "detalles" es de hecho el acto en sí. Lo mórbido se encuentra no en el contenido -que lejos de ser erótico es informativo- si no en la cabeza de aquellos que creen que el sexo es un acto necesariamente vinculado a la violencia y al peligro qué define nuestra transición del mundo de lo puro al mundo de lo impuro.  Sobre ningún otro tema se han levantado tantas voces en contra de lo explícito. Imagínense a una horda de padres de familia furiosos por que  a sus críos les enseñan a profundidad el funcionamiento de un circuito eléctrico "!Están promoviendo que los niños se electrocuten!", o el ciclo de la vida y la muerte, "!Generan un profundo miedo a la muerte, o en su defecto los orillan a la eutanasia recreativa!.  

Otro de los reclamos es hacia la apertura en cuanto a informar sobre la posibilidad de relaciones no heteronormadas. Sobre la cuál opina la sagaz Silvia López: "Los niños no necesitan tener información tan explicita sobre la sexualidad, y mucho menos que a esa edad se les cuestione su identidad de género". Aquí me parece conveniente recordarle que el niño se cuestiona sobre las identidades de genero en el momento en que las descubre, aunque desde su nacimiento se le encamine, a partir de su genitalia, a adoptar uno u otro rol, y que es un constructo social bastante artificial y arbitrario. Aquí el problema de fondo es que se abre la rendija de una posibilidad que contraviene los patrones de género inculcados en casa y las expectativas de los padres con respecto a los gustos del chamaco -por que todos somos bien tolerantes con la homosexualidad, siempre y cuando infecte a los hijos de otros-. Cuando los padres de familia interpretan que el objetivo último es hacer gays a sus hijos para que se aprueben las reformas del matrimonio igualitario dentro de dos décadas,  los niños de preescolar, seres verdaderamente inocentes, interpretan que ellos deciden sobre su preferencias sexuales y que no existe nada intrínsecamente reprochable en la diversidad, así de simple. 

Por último,  no es sorprender que el mismo gremio dispuesto a adjudicarle la reproducción de la especie a una cigüeña, sea el mismo que sugiere que los mentados manuales son pornográficos y hasta incluye escenas de hombres desnudos tocándose sus partes. Y aquí es donde, pienso yo, entra la contradicción de la inocencia. No es que queramos resguardar a nuestros niños libres de malicia y prejuicios de contenidos que vulneren su inocencia, es que, precisamente, quien ha perdido la inocencia y encuentra morbo en todo no es apto para digerir la sexualidad de una manera saludable y libre de culpa. Efectivamente, los contenidos de los nuevos manuales de educación integral son más que inapropiados, si somos tan perversos como para confundirlos con pornografía. 

Como siempre...se quedan cantando los grillitos:

Cri, Cri, Cri.....