miércoles, 11 de mayo de 2016

Los hilos macabros del godinizmo: Por qué #YoTambiénRenuncié




Hace unos días, el escritor Adrían Chávez publicó en su genial blog "Palabrotas" un artículo que me pareció absolutamente secundable. Por qué #YoTambiénRenuncié es una propuesta más que necesaria para reflexionar acerca de los macabros hilos de los que cuelga la broma del godinizmo contemporáneo.

Al parecer, Adrían, yo, y cientos de profesionistas con un mínimo de dignidad, formamos una deleznable tribu que cada día está más convencida de que las condiciones impuestas por la moda del oficinismo actual dejan no tan rezagada a la corriente esclavista de siglos pasados, pero con viernes social, eso sí. Y es que nos hemos convertido en la peor pesadilla y el enemigo público del empleador: Personas con esa mala maña de pretender que el trabajo es un contrato en condiciones de igualdad con la empresa y no un favor que debemos retribuir con agradecido sacrificio servil.

El pasado mes de Mayo, finalicé mi travesía dantesca como Implant de Recursos Humanos en una constructora ubicada en la zona industrial de Naucalpan. Ingresé por ser alta y de ojo azul, por que me queda claro que las licencias para ser reclutadora de RH no las tenía. Éramos, en resumen, un equipo de chicas súper eficientes (dos de las cuales vi renunciar en medio de un colapso nervioso) al mando de un cuarentón súper imbécil al que jamás vi resolver un problema por sí mismo. Debo admitir que mi trabajo era extremadamente sencillo, nada que no resolviera yo en las primeras dos horas de mi absurdo horario de nueve a seis y media. Por tanto, era yo el comodín ideal para cubrir a la recepcionista. amonestar rezagados que habían osado llegar a trabajar en tenis después de un trayecto brutal en transporte público, y demás protocolos diseñados ex-profeso para pudrir el ambiente laboral.

Con el tiempo, fui familiarizándome con las políticas atroces de mi departamento, al que sin un ápice de humor llamaban "recursos inhumanos" . Al parecer, el objetivo último de mi área consistía en proteger la impunidad del despotismo que todo aquel que tuviera subalternos en la empresa ejercía sobre los mismos. Me impresionaron el trato reverencial que del que eran objeto los gerentes y el miedo absoluto que sembraban los dueños: Un par de empresarios convencidos de que gritar, humillar e intimidar son técnicas vanguardiastas de liderazgo. Adicionalmente, el esquema de contratación por outsorcing me reveló un insospechado mundo de abuso al trabajador, con políticas expresamente diseñadas para que la empresa se ahorre unos pesos a costa de suprimir prestaciones básicas.

Contratos engañosos, esquemas de pago incomprensibles y ventajosos, firma de renuncias forzadas, e incluso manipulación de fechas contractuales eran el pan de cada día. La estrategia estrella de los despidos era la siguiente: Se despedía siempre al trabajador en día de quincena y se le condicionaba el último pago a la firma del documento de renuncia. El godínez promedio, que vive al día, se ve entonces confrontado con la alternativa de demandar sin un peso en la bolsa, o tratar de sobrevivir con la quincena y el proporcional del aguinaldo en lo que encuentra otra cosa. Y ¿Adivinen cuál elegían casi todos?.

Códigos de vestimenta arbitrarios, horas extra obligadas y evidentemente no remuneradas, cero reconocimiento al mérito y a la productividad, ascensos arbitrarios con el más cínico de los nepotismos eran el pan de cada día. !Ah! y no olvidemos el acoso sexual, deporte favorito de la mayoría de los jefes y considerado como perfectamente natural.

"Actitud negativa" fue el argumento con el que me despidieron. Yo ya estaba sobre aviso gracias a que una compañera con un talento sobrehumano para la adaptación tuvo la delicadeza de precaverme. A mí ni si quiera tuvieron los calzones de decírmelo tal cuál y me inventaron que "iban a reducir el área". Lo curioso es que no despidieron a la chica que no sabía ni hacer un cálculo de prima vacacional, si no  mí. Ahora sé que "Actitud negativa" es un eufemismo  descalificador para la no tolerancia pasiva al abuso y a la falta de ética.

Por eso me uno felizmente a la propuesta de viralizar y visibilizar los malos tratos que sufre el trabajador por parte de las empresas, cuyos dueños se hacen literamente millonarios a costa de la necesidad de llevar despensa a casa y pagar los recibos de las personas. Esto es discriminación y abuso, y está al mismo nivel que la violencia de género y la corrupción que tanto denunciamos en redes sociales. El  estereotipo del workoholic exitoso híper comprometido que se pone la camiseta de la empresa hasta en domingo, es el estándar que nos venden para hacernos sentir culpables y responsables de nuestro salario mínimo y extirpar del cerebro del oficinista cualquier aspiración a un trato justo y equitativo.

Ojalá que no se queden cantado los grillitos esta vez. Compartamos experiencias al respecto y levantemos ámpula.


Crí, cri, cri.






3 comentarios:

  1. triste que no hayan comentarios... se nota el miedo....

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  2. Qué interesante post. Algo parecido está sucediendo en la empresa para la que trabajaré hasta el 30 de junio...

    Estoy en proceso de escritura.

    Nos leemos pronto

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  3. Efectivamente estad cosas pasan, pero la verdad dudo mucho que la gente se rebele al respecto, ojala este en lo incorrecto.

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